El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó este viernes el Congreso para intentar mediar entre las ramas moderada y progresista del Partido Demócrata en medio de disputas por los proyectos de gasto social y de infraestructuras, que amenazan con socavar su agenda interna. «Lo conseguiremos», declaró Biden, cuando los dos proyectos de ley de gran envergadura se estancaron por falta de consenso en su propio partido.
En una rara visita al Capitolio de Estados Unidos -rara porque normalmente son los congresistas quienes acuden a la Casa Blanca- el presidente Joe Biden intentó este viernes poner fin a una lucha entre las alas moderada y progresista de su Partido Demócrata.
La batalla se da porque la facción moderada quiere una votación inmediata sobre un proyecto de ley de infraestructuras de Biden de 1 billón de dólares, versus un brazo progresista que quiere esperar hasta tener un acuerdo sobre el amplio proyecto de ley de 3,5 billones de dólares de gasto social.
El presidente trató de resolver la diferencia, pero no fijó ningún plazo. Al contrario, tras una reunión de 40 minutos, el mandatario terminó diciendo a su grupo que podían retrasar la votación del proyecto de ley de infraestructuras.
«No importa si es en seis minutos, en seis días o en seis semanas. Lo conseguiremos», aseguró. Una manera de dar la imagen de un grupo parlamentario unido, a pesar de varios días de discusiones internas especialmente tormentosas.
Si es tan importante para Biden transmitir tranquilidad durante esta tormenta interna es porque esos dos planes constituyen la base de su agenda económica. Joe Biden prometió «reconstruir mejor América» tras la pandemia y ante el cambio climático. Con este ambicioso fin, quiere renovar la infraestructura física y reconstruir la arquitectura social de Estados Unidos.
La agenda de dos pilares de Biden
Para ese primer objetivo, hay un plan de infraestructuras: fuertes inversiones en carreteras, puentes y redes eléctricas. Este plan, cifrado a 1,2 billones de dólares, es bastante consensuado, apoyado por varios representantes electos republicanos y, sobre el papel, por los demócratas.
Para el segundo objetivo hay un gigantesco programa de gasto social y medioambiental, que los conservadores no quieren apoyar y que divide a la bancada demócrata. Este busca financiar la educación preescolar universal para todos los estadounidenses, subir los impuestos a grandes empresas y ricos, y mejorar la eficiencia energética de los hogares. Ese amplio plan se evalúa en 3,5 billones de dólares.
«Tenemos un camino para dar paso a una nueva era de crecimiento económico que beneficie a todos, no sólo a los de arriba, con el programa Reconstruir Mejor y el Acuerdo Bipartidista de Infraestructuras», resumió este jueves Biden en su cuenta de Twitter.
We have a path to usher in a new era of economic growth that benefits everybody, not just those at the top, with the Build Back Better Agenda and Bipartisan Infrastructure Deal.
— Joe Biden (@JoeBiden) September 30, 2021
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, había programado para este jueves y viernes la aprobación del plan de infraestructuras, pero los progresistas amenazaron con tumbarlo en la Cámara Baja si el Senado no vota antes sobre el otro paquete legislativo. Temen que los demócratas moderados, tras la aprobación del plan de infraestructuras, decidan aplazar la votación del plan social hasta finales de año.
Y es que la necesidad de que todo el bloque esté unido para aprobar el plan de 3,5 billones de dólares es crucial, ya que es en el Senado donde se podría caer. La Cámara Alta, dividida 50-50 entre demócratas y republicanos, tiene la mayoría para los primeros, pero solo por el voto de la vicepresidenta Kamala Harris. Los republicanos se niegan a aprobar ese proyecto, que daría a Biden un gran triunfo presidencial, por lo que ningún voto demócrata puede faltar para ser aprobado.
Y las disputas en el seno del partido de Gobierno se da por el presupuesto, que los moderados consideran muy alto. Los progresistas de la Cámara de Representantes reconocieron, tras la reunión con Biden, que la cifra de 3,5 billones de dólares tendría que reducirse. Incluso el representante progresista Jamie Raskin sugirió que había formas de recortar el precio del proyecto de ley y al mismo tiempo preservar muchos de los programas que los demócratas quieren incluir. «Quizá no se pueda financiar todo durante 10 años; quizá sea un periodo de tiempo menor», propuso.
En una carta dirigida a sus colegas demócratas a última hora del viernes, Pelosi dijo que se habían hecho «grandes progresos» en las negociaciones sobre el gasto social y el proyecto de ley sobre el clima, pero que «se necesita más tiempo». El retraso llega en un mal momento para el Congreso, que tiene mucho trabajo por delante en las próximas semanas.
El techo de la deuda, otra votación crucial que se avecina
Por su fuera poco, se redobla la presión con las elecciones de medio término del año que viene y hay más temas cruciales de debate en Washington. A principios del próximo año, la atención se centrará en las elecciones de noviembre de 2022, en las que los republicanos tienen grandes posibilidades de recuperar la mayoría parlamentaria. De no aprobarse los proyectos antes de los comicios y de ganar los republicanos terreno en el Congreso, Biden podría tener que olvidarse de varias de sus promesas de campaña.
Además, los demócratas se enfrentan a la inminente fecha límite de la votación sobre el techo de la deuda. El Departamento del Tesoro estima que tiene hasta el 18 de octubre aproximadamente para que el Congreso eleve el límite de endeudamiento del Gobierno, que asciende a 28,4 billones de dólares. Este procedimiento presupuestario debería evitar un impago estadounidense de consecuencias imprevisibles para la economía del país.
La Cámara de Representantes aprobó a última hora del miércoles un proyecto de ley que suspende este límite de la deuda hasta diciembre de 2022. El Senado podría así votarlo «tan pronto como la próxima semana», dijo el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer. Sin embargo, se espera que los republicanos vuelvan a bloquearlo, como lo han hecho en dos ocasiones anteriores.
Y es que los republicanos no quieren saber nada del aumento del límite de la deuda, alegando que el Gobierno malgastaría el dinero y que se trata de un problema de los demócratas, ya que controlan el Congreso y la Casa Blanca. Pero el partido de Biden señala por su parte que unos 5 billones de dólares de la deuda del país son el resultado del gasto aprobado durante la presidencia del republicano Donald Trump.
(AFP, Reuters, EFE)