No tener nunca miedo de equivocarse
Por José Rafael Lantigua
Beethoven era sordo. Nietzsche sufría de migrañas persistentes que sólo cesaron a su muerte. Ramón del Valle Inclán era manco. Cervantes tenía inutilizada su mano izquierda. Quevedo tenía los pies hacia dentro como una sirena. García Márquez perdió desde pequeño la visión en su ojo izquierdo, aunque el secreto fue guardado por su mujer, Mercedes Barcha, hasta la muerte del Nobel colombiano, desconociendo el hecho hasta sus propios hijos. Dicen de Sócrates que era extremadamente feo, de facciones tan ordinarias que muchos desviaban sus rostros para no verle de frente. George Steiner, desde su nacimiento, tuvo su brazo derecho pegado al cuerpo, de modo que se hizo zurdo a la brava.
José Rafael Lantigua
Sabemos lo que cada uno hizo con sus vidas y como pudo c...